jueves, 18 de febrero de 2010

Iluminación #1


Francisco de Goya y Lucientes:
"El sueño de la razón produce monstruos"

Spleen inicial o Génesis


¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!

Jonathan Swift


Y es que hay gente que sólo en un día puede decir que ha vivido lo que una persona corriente durante toda su existencia. Que le cuenten sino a N. Todo empezó aquel sórdido despertar de martes. N se encuentra derrotado. Pero no en un sentido físico, sino que siente una especie de hastío en inercia creciente, y que había estallado de manera gradual según se iba desperezando, como una granada de gas que hubiera explotado en su habitación, lanzada por no-se-que ente vomitado de su subconsciente durante la noche -tengo que arreglar la cerradura- chirrió para sí.

N llevaba una temporada en la que podía decir que estaba contento. Y tenía motivos para decirlo. Pero a pesar de su habitual indiscrección para con los demás, acerca de sus súbitas subidas de ánimo (y de ego), que eran pocas, pero se hacían notar excesivamente, esta vez no se había explayado más de la cuenta en hacer alardes. Ni siquiera después de haber exprimido amor y conseguido aferrarse a alguien después de demasiados años de indolencia. Pero esa mañana el sentimiento de inutilidad de todo lo que había conseguido axifixiaba a N. ¿No es cierto N?

De repente se acordó de que hacía una larga temporada que no recordaba sus sueños, y N era muy bueno en eso, por no decir que un maestro. Y no necesariamente en la interpretación de sueños, sino más bien en la captación de su nitidez visual, de su relieve sonoro, de sus caricias como agujas (pues para N, soñar era encontrarse en una realidad paralela, lúcida y visible como la de la vigilia) como si fuera un fotógrafo onírico, un viajero del eter o un juglar que posteriormente se relatara a si mismo en la consciencia del día, y con gran gozo, las visiones subconscientes de la noche iluminada.

Era por eso mismo, porque en ese instante había recordado ese gran gozo que le proporcionaba excavar en sus noches, y que había desterrado desde hacía tiempo ya, por lo que cuando se sorprendió relantándose un sueño nuevo, aún sin creerselo del todo, su sobresalto fué tal que le parecío que la habitación se había inclinado a la par que su cuerpo, quedando disecada, e inmóviles su paredes quebradas y retorcidas, y él atrapado por el miedo que le infundía una nueva revelación:

No podía explicarse racionalmente que lo que recordaba haber soñado esa noche fuese cierto...